Y después de Kim, ¿quién tendrá el control?

27 10 2008

Aunque muchos norcoreanos lo crean, el Jefe de Estado Kim Jong Il no es inmortal. Pero el régimen comunista, con capacidad nuclear, carece de un plan de sucesión.

CAMILA RUSSO ARINOVICHE

¿Hay algo más inquietante que un líder autócrata con un ejército de 6 millones de personas, que no tiene reparos en desafiar a Occidente con su programa nuclear? Sí, es el caos que se produciría cuando ese país pierda a su gobernante y las facciones de poder se enfrasquen en una lucha feroz por el poder.

Este panorama se planteó como una posibilidad el mes pasado cuando el auto proclamado “Querido Líder” Kim Jong Il, de 66 años, estuvo ausente de la vista pública durante 50 días, incluso faltando al 60º aniversario de independencia de Corea del Norte el 9 de septiembre.

En su ausencia, informes de la inteligencia de Corea del Sur y de EE.UU. aseguraron que Kim había tenido un derrame cerebral, lo que las autoridades norcoreanas negaron. Enfermo o no, surge una pregunta: ¿Quién tomará el control cuando Kim no esté?

El panorama es incierto. A diferencia de su padre, el fundador de Corea del Norte Kim Il Sung, que lo preparó por 15 años para gobernar, Kim Jong Il no ha anunciado a un sucesor. “El periodo de inestabilidad sería más largo e intenso (que tras la muerte de Kim Il Sung en 1994) ya que traería luchas de poder”, dice el experto en norcorea de la Universidad Nacional de Australia, Leonid Petrov.

Posibles escenarios

De sus tres hijos, los expertos se inclinan por el segundo, Kim Jong Chol (ver recuadro). También se nombra a su cuñado, Jang Song Taek, quien tiene un puesto alto en la jerarquía. Con cualquiera de ellos habría problemas de legitimidad: “Los hijos no tienen el prestigio de Kim. Él construyó un culto a la personalidad durante años, mientras estaba vivo su padre”, explica Denny Roy, experto en temas de seguridad de Asia Pacífico del East West Center, en Washington.

Otro escenario sería un gobierno colectivo, pero hay tres grupos que disputarían el poder: el Partido de los Trabajadores, la elite en torno a la familia Kim y los militares. “El mundo verá un montón de gatos peleando dentro de una bolsa hasta que el ganador de la pelea emerja a la vista pública”, opina el especialista en Japón y Corea, jefe de The Economist en Tokio, Dominic Ziegler.

Pero uno de los gatos tiene más ventaja sobre los otros. “Kim Jong Il y los generales del ejército tienen control sobre el armamento y las armas nucleares, si es que las hay”, apunta Choong Nam Kim, experto en Corea y ex asesor político de dos presidentes surcoreanos. Explica que las elites perderán el poder por la falta de legitimidad de los hijos y que la importancia del partido ya ha disminuido por la política de “Ejército Primero” de Kim, mientras que los militares se verán fortalecidos si conservan el control de las armas.

Esta cúpula necesitará la imagen de un líder para mantener el control del régimen, basado en el culto a la personalidad. Por eso, los expertos coinciden en que probablemente gobernará un grupo de generales con uno de los hijos simbólicamente a la cabeza.

Las armas también influyen en el rol de las potencias externas. Los analistas están de acuerdo en que una intervención armada es poco probable, en gran medida por el posible arsenal nuclear norcoreano. “Si la situación se desestabiliza, una o más potencias querrán involucrarse, pero Corea del Norte no es un blanco fácil: no sabemos cuántas armas de destrucción masiva tiene, quién las controlará y si están dispuestos a usarlas”, dice Leonid Petrov, desde Seúl.

La incertidumbre en la sucesión de Kim Jong Il hace pensar en un posible colapso del sistema. “Uno de los problemas de concentrar tanto poder en un solo individuo es el caos que puede resultar de la muerte de esa persona”, apunta Denny Roy. Sin embargo, esto será evitado a toda costa por los vecinos. “Un colapso del régimen no es del interés de China por sus fuertes lazos económicos con Corea del Norte y porque miles de refugiados cruzarían la frontera, provocando un desastre humanitario”, asegura Petrov.

A Corea del Sur tampoco le conviene. “Quieren mantener la estabilidad porque no hay una estrategia clara en caso de un colapso y no están preparados para recibir a 20 millones de norcoreanos”, afirma Choong Nam Kim. Pero los analistas aseguran que un régimen como el de Kim no puede durar mucho tiempo más. Dominic Ziegler sostiene que “los coreanos han estado separados sólo seis décadas de una historia milenaria; tienen lazos muy fuertes. Entonces la reunificación tendrá desafíos, pero seguramente habrá una Corea unida en el futuro”.


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